Los Beatles y yo. Música y de todo un poco.

miércoles, 4 de julio de 2012

Huevos de pascua

Cuando en su día salieron al mercado las versiones extendidas de El Señor de los Anillos me las fui comprando una detrás de otra. Las he visto unas cuantas veces cada parte. Me parece que es una gran película, muy bien recreada, muy fiel a la obra de Tolkien, con un gran plantel de artistas y gran infinidad de medios. Es decir, grande. Pero al margen de esta historia, fue en uno de sus discos donde conocí la existencia de los llamados huevos de pascua. Como ya saben los entendidos un huevo de pascua virtual es un pequeño regalo o una sorpresa, algo oculto en un juego o una película. Como los huevos kinder, para que nos entendamos. Para encontrarlos tienes que apretar las teclas pin y pon al tiempo que haces el pino puente, aguantas la respiración y te cagas en los pantalones (grosso modo).
Todo esto viene por que puestos a decir que los Beatles fueron pioneros en muchas cosas, también podríamos decir que lo fueron en este aspecto. En aquellos tiempos en los que primaba el vinilo, muchos de nosotros levantábamos la aguja del disco cuando según los créditos de la carátula había terminado la última canción. Pero si dejabas que la aguja siguiese su curso y aunque pudiera parecer que el disco había llegado a su fin te encontrabas, de vez en cuando, con alguna que otra pequeña sorpresa. Nuestros amigos siempre tan dados a innovar nos dejaron dos gracias de estas que hablo en dos discos diferentes. El primero lo podemos encontrar en el Sargento Pimienta y su club de corazones solitarios. Cuando termina el disco con la gran A day in the life, con el crescendo de toda una orquesta y ese sonido final de reverberación de piano había que dejar casi un minuto para escuchar esta broma llamada posteriormente Sgt. Pepper's inner groove, que no es ni más ni menos que una grabación repitiéndose constantemente gracias al cierre final del surco.
Posteriormente, en su penúltimo disco publicado, Abbey Road, aparece una pequeña composición de Paul McCartney: Her Majesty. Este tema se iba a incluir en el disco en otra posición pero al final se descartó y se eliminó. O al menos eso creían, porque por accidente se quedó al final de la cinta y así se editó. Inicialmente no aparecía en los títulos de crédito, hoy ya sí. Entre la última canción oficial del disco y ésta había un espacio de algo más de quince segundos. Hay que reconocer que el tema es una auténtica joyita, o como diría Gollum si hubiese escuchado a los Beatles: "my precious".


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