Los Beatles y yo. Música y de todo un poco.

sábado, 27 de abril de 2013

The Hollies

De entre los diversos grupos que aparecieron en el boom británico de los sesenta, The Hollies, es
probablemente uno de los que cuanto más los escucho más me gustan. Y es verdad que pese a ello he tardado en hacer una reseña suya. Quizás sea porque son de esos grupos que cuando hablas de ellos poca gente los conoce aquí y en el fondo es como tener "tu" grupo de culto, tienes que poner alguna canción suya para que los reconozcan y aún así algunos te miran con cara de pepino.
Lo curioso es que aunque los conocía desde hace mucho tiempo y había escuchado algunos de sus éxitos empecé a prestarlos mas atención cuando cayeron en mis manos un par de sencillos (los de la derecha) que pertenecían a su etapa de los setenta cuando no estaban Graham Nash, ya en C.S.N.&Y. y que no volvió, ni Allan Clarke, su cantante que si regresó poco después, y que son los que habían dado al grupo su sello personal, con un estilo propio caracterizado por sus armonías vocales (tres voces nada menos) y buenas melodías encuadradas en el sonido beat como Look Through Any Window o Just One Look. Y una de mis favoritas pero con una pequeña salvedad, aunque en la canción original interviene Graham Nash, me gusta la versión de 1969 que hacen en directo y en el que se ve al instrumento que lleva la voz cantante, un banjo muy bien tocado por Tony Hicks y que hace que no puedas dejar de mover los pies: Stop Stop Stop.

Y esa fue una de las cosas que me llamó la atención de uno de los discos, precisamente no ver a su frontman en la foto. Conocía que Nash se fue pronto del grupo pero no que Clarke lo hizo durante un corto espacio de tiempo, y en su lugar habían puesto al rubito que puedes ver al fondo.
La cuestión es que en estos discos están mas cercanos al pop-folk americano y, salvando las distancias, recuerdan por momentos a lo que hacían al otro lado del charco grupos como The Eagles, y así suenan en Magic Woman Touch y Don't Leave The Child alone. Ya en alguna otra composición anterior de cierto éxito sonaban como CCR., o sea, un tanto americanizados.
Desde mitad de esta década setentera la cosa decae y las canciones ya no vuelven a estar a la altura del grupo ni de su historia.
¿Qué los hace distintos a otros de los sesenta? Pues no es el pop Beatle, ni es el rythm & blues de Rolling Stones, ni tampoco es el blues de los Animals, es el sonido propio de los Hollies. Y, pese a ser una banda desconocida para muchos aquí, está considerada como una de las bandas mas importantes de Inglaterra de los sesenta y setenta.

Por último, cuando los Beatles saltaron al estrellato y dejaron de pasar por la Caverna, los de Manchester los reemplazaron hasta que pasado un tiempo llegaron a las listas con el clásico Stay de Williams y los Zodiacs y en el mismo sello que los de Liverpool. Ojo a este tema porque a diferencia del original parece que tienen prisa. Qué marchita.

miércoles, 17 de abril de 2013

Envidia

Tengo envidia, envidia cochina. Cuando he visto que los Rolling Stones van a actuar en Hyde Park y que las entradas se han agotado en cinco minutos me ha dado envidia, y que visto lo visto van a ampliar fechas. Supongo que pensarás que tengo envidia de no poder acudir, de no haber tenido la opción de comprar una entrada, o de hacerme con una parte de la recaudación, pues no (bueno, de esto último sí). Me da envidia que no pueda pasar lo mismo con los Beatles, que nos tengamos que conformar con las visitas esporádicas de Paul McCartney, porque de Ringo ni hablamos. Me gustaría haber podido pasar por esa histeria, saber que se siente al matar a alguien por hacerte con una entrada para poder verlos en directo, sentir...
Quizás este aspecto también ha ayudado a que la aureola de los Beatles haya llegado hasta donde ha llegado, el hecho de que la banda pop más grande de la historia no volviese a dar conciertos tras el de 1966 en Candlestick Park, o el famoso de la azotea en 1969, según se mire. Desgraciadamente han tenido que pasar las cosas que han pasado en la historia Beatle para que tal hecho no pudiera llegar a materializarse.
Y toda esta elucubración venía porque, jolín, la de veces que han pasado por la cuerda floja sus satánicas majestades y han vuelto del infierno una y otra vez. Va a ser verdad que tienen un pacto con el de los cuernos y el rabo. Y aquí están otra vez, llenando estadios, reventando taquillas y siendo noticia por ello.
Así que mi más enhorabuena a los stonianos y que lo disfruten. Pero que recuerden que su primer gran éxito se lo deben a los de Liverpool.
En fin, qué cruel es el mundo en el que vivo.

lunes, 15 de abril de 2013

Libros y tebeos con solera-Parte XIII

Acababa de terminar el curso y el verano estaba encima con todas sus consecuencias. Hacía mucho calor, o al menos a mí me parecía más que el año anterior. Por las tardes eran inevitables las siestas, aunque yo siempre había sido reacio a ello, porque me parecían una pérdida de tiempo. Hoy no puedo evitar de vez en cuando echar una cabezadita, supongo que son cosas de la edad. El caso es que las tardes podían ser largas si no las ocupabas en algo interesante. Obviamente muchos de estos huecos eran rellenados por gran cantidad de lectura y, mira por donde, vino a caer en mis manos un libro, mejor dicho un ladrillo (por el grosor) de un señor que tenía un nombre de pila más largo que los de la nobleza: John Ronald Reuel Tolkien y  El Señor de los Anillos. Para quien ya me conoce sabe de mi querencia por la literatura de ficción, fantástica  y de aventuras. Y así sucedió que, como si atraído por el anillo único fuese, me embebí en él tal cual "mi tesoro", sin poder parar de leer, inmerso en la Tierra Media y acompañando a Frodo Bolsón de Bolsón Cerrado en su viaje. Sin embargo para mí la odisea duró escasamente una semana. Sí, fue tal la cautivación que me produjo que las hojas del libro y las horas del día iban pasando sin poder apartarme de él. Y me lo leí en solo una semana. Menos mal que era verano.
El libro para muchos no deja de ser una mezcla de personajes medievales, mitológicos y cuentos épicos. Pero hay más. No solo estamos hablando de encontrarnos ante una lectura amena y ágil, sino también ante una relato complejo pero bien ligado, sin errores en la construcción de la narración, cosa fácil de suceder dada su intrincada historia. Una novela con diversas líneas que se entrecruzan, siendo todas de relevancia en el destino final de la obra. Algo realmente complicado pero bien ejecutado. La historia es bien conocida, y más desde que se llevó al cine, así que no voy a hablar de ella. Ya sabes, la típica lucha entre el bien y el mal. Pero ¡qué lucha!
Guardo con especial cariño, un librito en formato de fotonovela basado en la primera película que se realizó sobre la obra en cuestión. Un film de finales de los setenta que aúna dibujos y escenas reales que aunque deja algo que desear tiene su gracia. Así, cuando dijeron de hacer una película sobre la misma en el año 2000 y dirigida por Peter Jackson (al que temía más que a un nublado) tenía mis dudas. Era complicado volcar el mundo de Tolkien a la pantalla. Todo tan épico, tan espectacular, tan fantástico... tan largo. Pero creo que ha merecido la pena. Y espero que haya servido para que los jóvenes se acerquen a la literatura de Tolkien, y que lean que es lo importante. Aunque sea una simple lucha entre el bien y el mal.
Para finalizar me gustaría recordar un par de anécdotas respecto a esta obra. La primera vez que se intentó llevar la historia al cine recayó en manos del gran Stanley Kubrick, quien intentó que fuesen los cuatro Beatles los que adoptasen los papeles principales, a saber, Paul y Ringo como Frodo y Sam, George como Gandalf y John de Gollum ¿Quién haría de Sauron?¿Jagger, Bowie, Chiquito de la Calzada...? Y la segunda se refiere al rodaje de la película por Peter Jackson ¿con qué nombres llamaba el equipo de rodaje a las cuatro cámaras principales con las que se grabó El señor de los Anillos?

domingo, 7 de abril de 2013

Bee Gees

Sí, los Bee Gees ¿qué pasa? Llevaba tiempo queriendo escribir algo sobre estos chicos pero una entrada anterior referente de manera indirecta a ellos me dejó un poco tocado. Pero me gustaría reivindicar la primera etapa de este grupo inglés al que muchos toman por australiano ya que hasta allí emigraron con sus padres en busca de otras oportunidades que se les negaban en su Inglaterra natal. Tampoco eran solo un trío, de 1965 hasta 1968 fueron un quinteto; no solo cantaban sino que eran multiinstrumentistas, han compuesto grandes canciones para mucha gente de renombre. Parece que cada vez que se habla de este grupo solo han hecho Fiebre del Sábado Noche y esa horrorosa película basada en el Sargento Pimienta; que solo han sido representantes de la música disco, del lamé dorado y las voces gritonas. Y no, no es así. En fin, que hay demasiada mirada turbia con este grupo.
Efectivamente creo que son de esos grupos que o te gustan o los odias, pero para eso estamos aquí, para ver lo que nos ocultan esos árboles que no nos dejan ver el bosque (¡qué bonito!).
Desde su primer disco hasta el inicio de su gusto por los falsetes pasarán diez años. A partir de 1975 ya es otra cosa, y la lían pero bien liada.
Y el caso es que a mi me gustan sus inicios, con un sonido beat muy de la época (pese a la distancia con Europa), con toques de folk, medios tiempos, sus sempiternas baladas, buenas letras y las armonías vocales tan propias de los hermanos Gibb. Canciones de 1965 y 66 como ClaustrophobiaI was a lover, a leader of menTimber!Monday's rainBorn a man, siendo estas dos últimas de mis favoritas.
Cuando dan el salto a Inglaterra en 1967 ya llevaban dos discos en Australia y nada mas llegar graban un disco Bee Gees'1st. Como primer sencillo se lanza New York mining disaster 1941 que llega a las emisoras solo con el título, sin nombre, y muchos creen estar escuchando lo último de los Beatles, lo que empujará a la canción muy arriba en las listas. Pero una vez deshecho el entuerto no se quedan ahí, demuestran su valía y llegan To love somebodyMassachusetts, y el álbum Odessa considerado como uno de los mejores de la década de los sesenta. A partir de aquí comienzan los problemas entre ellos, con discos que no consiguen subir en las listas y algunos incluso que ni siquiera entran en ellas. Hasta que llega la mitad de la década de los setenta en la que empieza a imponerse la música disco de la que ellos, una vez resueltos sus conflictos, serán los reyes. Lo demás ya se conoce: "ah ah ah ah stayin' alive".

viernes, 5 de abril de 2013

Libros y tebeos con solera-Parte XII

En una familia en la que había cuatro chicos era normal que los tebeos primero y los cómics después estuviesen casi por todas partes. A finales de los setenta y primeros ochenta aparece en España el llamado cómic de adulto, denominado así no solo porque pudiesen aparecer escenas subidas de tono, sino también por los argumentos, comentarios groseros o acalorados, crítica social, etc. Así, ante mis ojos pasan revistas como Tótem, Cairo, Víbora, y la que hoy nos ocupa, Zona 84. Al margen de otras cuestiones que no vamos a entrar a valorar aquí, lo impactante de estos cómics eran su aspecto visual y sus historias. Era todo muy novedoso, muy atractivo, totalmente distinto al dibujo que se había realizado hasta entonces.
De entre todos esas revistas, casi todas de aparición mensual, me gustaba especialmente 1984, publicación americana que tiene su prima en España, que cogerá mucho del contenido de la primera hasta que se van haciendo sitio los dibujantes españoles. El título provenía de la novela de George Orwell, de la que por cierto diremos que seguro de los muchos seguidores de ese deplorable programa llamado Gran Hermano ni siquiera conocen, pero es lo que hay. El fondo de muchas de estas publicaciones en general era la ciencia ficción, el mundo imaginario, etc... o sea, mi mundo. Cuando ya empiezo a tener algo de dinerillo suelto y no me lo he gastado en discos (puñeteros Beatles) voy comprando algún cómic que otro. Comienzan mis paseos mensuales al quiosco del Cano en busca de aventuras intergalácticas, y de 1984 paso a Zona 84. La revista es la misma pero cambia el nombre por unas cuestiones muy obvias, por un lado el año en cuestión ya está cerca y para los futuristas la cosa no queda bien, y por otro los herederos de Orwell dicen que qué pasa con el titulito. De esta guisa me encuentro con más de ochenta páginas en formato revista, mezclando el dibujo a todo color con blanco y negro, y unas historias en las que perderse durante unas horas... y durante unos años. Un lujo para los sentidos.