Los Beatles y yo. Música y de todo un poco.

lunes, 16 de diciembre de 2013

ANECDOTA (con diéresis encima de la c)

Efectivamente, parafraseando a Les Luthiers, hoy voy a contar una anécdota, con diéresis encima de la c (aunque como ya saben es un error de lipotimia).
Todo viene a raíz de una de esas noticias con las que no sabes si apenarte por el hombre, echarte a reír o mirar para otro lado. Nos encontramos en diciembre del 2004. Como alguna que otra vez por estas fechas decidimos ir a la capital del Reino para, como tantos otros, ver la nueva decoración navideña, las luces, comprar algunos regalos, etc. Generalmente, y de nuevo como todos, vamos al centro: Plaza Mayor, Puerta del Sol, Callao... Por supuesto yo me pierdo un tiempo entre esas estupendas tiendas de discos que todavía quedan por la zona: La Metralleta, La Gramola, Melocotón, Bangladesh, Killer Discos, Escridiscos, Babel... En fin, momento de felicidad propia, personal e intransferible. Y cae algún disco para la colección, como debe ser.
Mas tarde, ya con mi mujer y en determinada tienda de origen francés encuentro un libro que me había llamado la atención hacía tiempo y que deseaba con autentica pasión Bienvenido Mr. Rock, los primeros grupos hispanos 1957-1975 de Salvador Domínguez, que además de autor de semejante volumen, es uno de los mejores guitarristas de este país y miembro de algunas de las bandas mas representativas del rock patrio, desde Los Pekenikes hasta Banzai. Y junto a éste se encontraba la segunda parte del mismo, Los hijos del rock, los grupos hispanos 1975-1989. O sea dos tochos comentando toda la historia del rock en español desde sus orígenes. Así que ahí estaba yo, con uno de los libros en la mano y va mi santa esposa y dice: "cógete los dos libritos que te los regalo". Y mi cuerpo se transmutó a una felicidad total para luego ir fraguando una pregunta en mi cabeza: ¿no será un regalo envenenado? El caso es que, por si cambiaba de opinión, agarré los dos tomos y nos fuimos a la caja a pagar. Pero esa pregunta seguía resonando en mi cabeza.
Salimos a la calle, continuamos con el paseo y haciendo otras compras. Las bolsas cada vez eran más numerosas, y el peso también. Sobre todo el regalito, casi siete kilos de regalo. Como una pata de jamón.
Según iba avanzando la tarde, la calle se iba llenando de más gente haciendo cada vez más difícil el andar. Mis brazos estaban cada vez más largos por el peso, y mis manos ya no daban para más bolsas y paquetitos. Pero ni por asomo soltaba yo mis libros. Hasta que, por fin, llegó el momento de volver. No tenía suficiente calle para correr en nuestro regreso. Cuando llegué a casa solté todo, agarré mis libritos y, olvidándome del mundo, me senté en mi sillón disfrutando de mi "pesado" regalo. Y cómo lo disfruté. Aún cuando mis brazos medían unos centímetros más. A última hora, la verdad sea dicha, estuve a punto de acabar como el señor chino de la noticia pero supe contenerme ya que, primero, el regalo bien merecía el esfuerzo y, segundo, todas las ventanas que encontré para tirarme se encontraban en la planta baja. Así que la cosa no pasaría de un tonto chichón. Afortunadamente.
Retomando el hilo, a día de hoy se puede encontrar mucha información en internet sobre cualquier cosa pero en lo que nos atañe, la historia del pop-rock en español, no he encontrado una obra tan increíble y tan completa como esta colección. Podemos hablar de ella como la biblia del rock en español, y desde luego se encuentran entre mis libros de cabecera. Una buena obra por un gran guitarrista: Salvador Domínguez.
P.D. Cuidado con los regalos, los hay envenenados.

4 comentarios:

  1. Muy bueno.
    Muy bueno Salvador Rodriguez. Los Pekenikes era una banda extraordinaria...menuda cantera de talentos.
    Muy buena pinta los volúmenes. No los conocía.
    Muy buena la anécdota. Pero no digo más. Mi mujer también suele leer tu blog y todo lo que ponga puede ser usado en mi contra..

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    1. Ja ja. La verdad es que mi esposa es santa por partida doble: por aguantarme a mí y por aguantar a los Beatles por mí.

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  2. Me encanta ese anecdotario, Fer. Es la vida misma.

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