Los Beatles y yo. Música y de todo un poco.

miércoles, 30 de noviembre de 2016

Simon & Garfunkel

Tengo un amigo que hace muchos años me pidió que le prestase un disco de este dúo. Estando en casa me dijo "oye, que me llevo este cd de los Simón y Telefunken". Y se quedó tan ancho. Y cada vez que los pongo me acuerdo de él y, sinceramente, me sonrío. El hombre es así. Bromas aparte, es más que interesante que un grupo con solo cinco discos originales editados llegara a dejar una huella tan profunda en la música como hicieron ellos.

La pareja llevaba desde finales de los cincuenta enredando en el mundo de la música, ya fuese juntos o por separado, pero sin gran repercusión. De hecho, Simon ya había tenido algún éxito menor con Tico & the Triumphs y también con el sobrenombre de Jerry Landis. Más tarde, cuando se conocen Paul y Art actuarán artísticamente con el nombre de Tom y Jerry, aunque lo tendrán que abandonar por motivos obvios. En su sonido prevalece un estilo folk, con la guitarra de Paul Simon, y las armonías vocales de este y Art Garfunkel a la manera de los Everly Brothers. Poco a poco fueron mezclando el folk con el rock, no en vano era lo que se llevaba en ese momento. Y así lo hicieron durante esos pocos años de convivencia y disco a disco hasta llegar al que podría ser su mejor trabajo, y último: Bridge Over Trouble Water. Pero, con todo, cada uno de esos lp's tienen algo interesante, siempre llenos de matices, las letras de Simon, esas estupendas voces...

En cualquier caso hagamos un repaso rápido a su carrera discográfica destacando algunas canciones de cada trabajo.
Wednesday Morning, 3 A.M., el primero y poco exitoso: la canción original The Sound Of Silence y la que da título al disco.
Del disco que se publicó a continuación para aprovechar el éxito de The Sounds of Silence y que tomará el mismo nombre, la deliciosa April Come She Will y la solitaria I am Rock.
En Parsley, Sage, Rosemary and Thyme aparecen Scarborough Fair/Canticle y For Emily, Whenever I May Find Her.
En Bookends, aunque asoma la celebérrima Señora Robinson; hay otros temas; como una nueva visión del país en America y ese chutazo que es A Hazy Shade of Winter.
Y de Bridge Over Troubled Water qué podemos señalar si todo el disco es interesante. Pues dos totalmente opuestas, The Only Living Boy in New York y Keep The Customer Satisfied.

Vinílicamente hablando los conocí con el primer recopilatorio oficial (1972) que sacaron, lo cual no fue muy difícil pues tienen más antologías editadas que discos originales . En él aparecían con esa pintilla de chicos bohemios de Nueva York (y con un Simon con bigote y melenón) que ya hacía presagiar el estilo de música que podrías encontrar en el disco, grandes dosis de folk, versiones de temas tradicionales y alguna salida de tono más marchosa. Curiosamente, es algo que casi se repite en todos sus discos.

Para finalizar y dejándonos llevar por la actualidad más efervescente, hablar de un tema que debería haber salido en su último disco pero que Garfunkel vetó: Cuba Sí, Nixon No. Ahí queda.
Y ya que tenemos encima la navidad viene bien recordar este tema con el que cerraban Parsley, Sage, Rosemary and Thyme. Cincuenta años después, mientras media humanidad celebra la venida de Jesús al mundo, la otra media se empeña en hacerse pedazos.

miércoles, 19 de octubre de 2016

El jazz y una madre.

Decía Rilke que la verdadera patria del hombre es la infancia, y eso en este blog es algo que demuestro bastante a menudo. Esto viene a cuento porque el otro día escuchando a Chet Baker (sí, suena muy cool la historia pero es así) me vino a la memoria uno de esos recuerdos de juventud que uno guarda y que vienen a dar fe de las palabras del poeta alemán.
Tengo cierta afición por el jazz. Supongo que en gran medida la culpa la tiene mi maravillosa madre. Desde que tengo lo que llaman uso de razón recuerdo sonar en mi casa discos de Glenn Miller, Benny Goodman y las Big Bands; Ella Fitzgerald; o la bossanova, esa mezcla de jazz con sonidos brasileños de la que ya he hablado aquí. Pero por encima de todos me viene a la memoria uno.

Mi madre de manera habitual se acostaba relativamente pronto. Y esa rutina iba acompañada de lo siguiente. Se llevaba su periódico para leerlo con detenimiento mientras que de fondo sonaba la radio. Todos los hermanos antes de acostarnos, y si veíamos la luz de su mesilla encendida, solíamos pasar por su cuarto para darla las buenas noches. Antes de llegar a entrar ya se oía el transistor. Y podía sonar cualquier cosa: noticias, entrevistas, reportajes... pero sobre todo música. Y, por encima de cualquier estilo, jazz. Era fácil que al entrar, y tras el buenas noches, se la escuchara decir "hijo, acaba de sonar la orquesta de Lionel Hampton ¡Qué maravilla!" o "escucha esto de George Benson", al tiempo que meneaba su cabeza al ritmo de la música y encadenaba tres o cuatro estornudos provocados por cierta alergia al papel o a la tinta del periodico. Nos reíamos del efecto de las noticias en las fosas nasales de mi madre y escuchábamos un poquito de esa música mientras comentábamos algún suceso diario digno de mención. Es verdad que no era una gran entendida pero sí sabía lo que le gustaba.

Supongo que así, y poco a poco, fue calando el jazz en mí. Por supuesto con el paso del tiempo he ampliado mis miras dentro de este estilo, aunque creo que hoy por hoy Chet Baker, a la trompeta o cantando, sigue siendo mi preferido.

martes, 27 de septiembre de 2016

Elvis vuelve.

Hace unos meses en un lote de discos que compré a través de Internet venía de regalo una figura de Elvis. Y mira que era feo el pobre Elvis que me mandaban. Pero siendo de regalo tampoco podíamos pedirle más, era lo que era. Lo coloqué en un lugar discreto de la colección. Vamos, que estaba al fondo, prácticamente escondido de las posible miradas de quien entraba en la habitación por lo que, obviamente, nadie reparaba en él. Menos yo.
Yo sabía que él estaba ahí. Y qué vergüenza, el Rey ocupando un espacio de segunda. Y yo lo permitía. Pero es que el pobre era feo de narices. Creo que él me miraba con rencor, como diciendo ya te vale, tenerme aquí de esta guisa. Haz algo al respecto.
Pero es que yo no sabía qué hacer con él. Cómo meterle mano (con perdón, que es el Rey), pero no sabía qué hacer. Y ahí ha estado todo este tiempo, mirándome despechado. Hasta que se me encendió la lucecita.
Así que le cogí y le dije volverás a ser el que eras. Aunque el primer paso no te va a gustar. Lo despeloté. Le quité la ropa que llevaba y la pinté de blanco. Una vez seca se la volvía a poner, no era cuestión de avergonzarlo más, ni que se nos constipase. A continuación fui añadiendo detalles a la ropa, la pedrería, el pañuelo, el cinturón... Creo que poco a poco el propio Elvis fue cambiando la cara, cada vez se sentía más entonado y entronado. Pero si hasta parece que está más delgado. Y cuando agarró el micrófono... Sí, efectivamente Elvis volvía. Y si no, miren el vídeo explicativo. Ahí está todo.

viernes, 26 de agosto de 2016

Billy Paul

Para muchos el nombre de Billy Paul no les dirá absolutamente nada. Si decimos que es el intérprete de Me and Mrs. Jones ya decimos eso de ¡Ah sí, ese cantante! Pero este gran hombre es mucho más que eso. Siendo niño ya empezó a destacar como cantante a finales de los años cuarenta (ahí es nada) junto a figuras de gran renombre dentro del jazz como Charlie Parker, Nina Simone, Miles Davis, y más tarde un efímero paso por los Blue Notes de Harold Melvine. En cualquier caso, pese a ser una figura reconocida dentro del circuito musical, tendrá que esperar hasta principios de los setenta para que se unan los astros con el dúo de compositores Gamble & Huff (que parecen una marca de champú, dicho sea con todo el respeto), el sonido Philadelphia y, como no, la señora Jones.

En 1972 Gamble & Huff, creadores de Philadelphia International Records se sacan de la manga un estupendo tema al que no acaban de encontrar intérprete, hasta que se cruza nuestro protagonista de hoy. La especial voz de Billy Paul junto a la buena labor del dúo compositor conseguirán que Me and Mrs. Jones llegue al número uno de las listas americanas y sea un éxito en Europa. Pero el lp que recoge este tema no se queda en eso. 360 grados de Billy Paul tiene más buenos temas, buenas versiones y compositores de fama. Las versiones son casi irreconocibles si no es por la letra pero suenan francamente bien. Ahí tenemos el Let's Stay Together de Al Green hecha balada y que dobla su duración, Your Song de Elton John y Bernie Taupin a la que casi convierte en un gospel, y It's Too Late de Carole King, más reconocible pero más recargada en sus arreglos. En cualquier caso el funky-soul aparece por tadas partes del lp y curiosamente en la que, quizás, menos se muestra es precisamente en la afamada Me and Mrs. Jones. Pero ahí está también una de mis favoritas del disco y referente del Philly Sound Am I Black Enough For You, canción que le dio ciertos problemas por hacer un alegato directo del black power, muy en boga en ese momento

En cualquier caso el título está muy bien puesto, y resume los diversos aspectos que recoge el disco; desde el amor terrenal al religioso, cuestiones reivindicativas ya mencionadas, y a un músico que partiendo del jazz gira al funky y el soul sin ningún tipo de problemas y con total elegancia.

Para rematar el asunto, y como no podía ser de otra manera, Billy Paul era un gran fan de los Beatles. Un fan reconvertido todo hay que decirlo porque inicialmente con I Wanna Hold Your Hand él mismo pensó que los británicos serían flor de un día. Cuando escuchó su siguiente disco se dio cuenta del error. Y más al percatarse de cómo habían dado una vuelta de tuerca a la propia música americana y redescubriendo sus raíces a los propios yanquis. Qué curioso. Además para Billy Paul, John Lennon, fue uno de los más grandes escritores del mundo. Ahí es nada. En 1976 realizó una estupenda versión, por supuesto soulera, del Let Em In de Paul McCartney. Y me encanta.

viernes, 5 de agosto de 2016

Cuando se cierra una puerta, otra se abre.

Pero quién ha hecho estos escalones. Puñetera escalera, casi me caigo. Parece que estoy bajando hacia el infierno. No sé ni dónde piso y encima resbaladizo. Y esta oscuridad ¿Era tan difícil haber puesto un poco de luz? Hay cosas que no cambian, era un antro antes y lo sigue siendo ahora. Y dónde está esta mujer. Siempre detrás de ella. Cualquier día me canso y la van a dar por ahí. Jolines, qué agobio, si no hay quien respire. Qué humedad. Lo que digo, no me gustaba antes, y sigue sin gustarme. Al menos antes sonaba jazz, música interesante, de gente cool, y no esto que suena ahora. En fin.
Casi no puedo pasar de la gente que hay. Esto es totalmente... asqueroso, me llevo el sudor de todas las personas al tener que hacerme sitio para pasar. Y no les importa sudar por los cuatro costados con tal de estar aquí. Qué cosas.
Y ¡¿Dónde leches está esta mujer?! Pero es que me resulta casi imposible ver algo, con tanto personal, con tan poca luz... Y esa música sonando tan alto. ¡Ah, por fin! Ahí está.

—Hola cariño ¿Qué tal?
—Pues aquí esperando. Llevo dos horas.
—Bueno, no te enfades.
—Contigo siempre es lo mismo y ya estoy harta.
—Pero, ¿A qué viene esto?
—Que me cansas, que ya no quiero seguir contigo.
—Pero...
—Ni peros ni nada, hasta aquí hemos llegado.
—Vale vale, tienes razón. Solo te diré una cosa: eres in-so-por-ta-ble. Adiós bonita.
— ¿Cómo que adiós? Ni se te ocurra dejarme. Soy yo la que te deja, que lo sepas.
—Que sí, que lo que tú digas. Ahí te quedas.

Si es que lo sabía. Sabía que estaba haciendo el idiota con ella. Y ¿ahora qué?  A la mierda. Necesito tomar algo, un trago de algo fuerte. Qué mal rollo... En fin, que me pongan un tiro de algo, aunque supongo que en este antro solo servirán matarratas. Cualquier cosa me vale, hoy me da lo mismo todo. Y a todo esto, estos que están cantando quiénes son. Vaya pintas, todo de cuero. Deben ser alemanes o algo así. Y cómo les gritan las chicas. Pues suenan bien... creo. Y ¿qué hacen ahora? Están contando un chiste o un chascarrillo. Pues son divertidos los tíos y se lo pasan estupendamente. Anda, que bien suena esto que cantan ahora. Bueno, al menos creo que hoy he descubierto algo interesante. No ha terminado mal la noche.

martes, 26 de julio de 2016

Rosendo

Hace no mucho hablaba de la honestidad dentro de la música cuando mentaba al Boss. Músicos
comprometidos con la realidad circundante pero sin caer en el mesianismo al estilo del líder de U2. En el rock en castellano también tenemos figuras similares, sin tanta repercusión mundial, pero a las que podemos considerar consecuentes con el mundo en que vivimos o, sin ir más lejos, con el suelo patrio que habitamos. ¿De quién hablo? De Rosendo Mercado. Leyenda viva del rock urbano desde sus inicios en Fresa, pasando por grandes grupos como Ñu y, sobre todo, Leño. Un tipo cercano, tranquilo, que nos demuestra que se puede ser músico sin necesidad de divismos pero todo un rockero.

Y todo esto ha venido a cuento cuando leía la noticia de que quieren erigirle una estatua en su barrio y que él amablemente ha rechazado, demostrándonos que está por encima de muchas cosas y que él es solo uno más entre tantos:
“Yo creo que hay motivos más importantes para gastar el dinero en estos momentos que en poner una escultura a un cantante, guitarrista, o como queráis llamarlo. Ahí lo dejo”.
Realmente sí que está por encima de muchos. Al menos por encima de tanto corrupto que soportamos en este país y tan amigos de este tipo de eventos.

Si bien ya conocía a nuestro protagonista de hoy en esos grupos antes mencionados, fue a través de su primer disco en solitario cuando comencé a echarle el ojo más detenidamente: Loco por incordiar (1985). Pero veamos cómo llega hasta aquí.
Tras dar por finalizada su trayectoria con leño, con la oposición de su discográfica claro (estos siempre jod...), consigue sacar un disco con tan solo nueve temas (de nuevo los de antes le dieron poco tiempo para proceder y nuestro amigo hizo lo que pudo) pero se marca un buen disco de rock. El de Carabanchel cambia un poco el chip pero sin abandonar el rollo urbano que hacía con su grupo y factura un disco "simplemente" de rock, sin grandilocuencias. Y con buenas ventas.
En cuanto a las letras se desmarca un tanto del rock incisivo y de denuncia aunque sigue dejando claro sus ideas; y le canta algo más al amor y esas cosas, que se puede hacer rock duro pero los rockeros también tienen sentimientos y les duele el corazón, como a todos. Entre los nueve temas, dos tienen letra o colaboración de Ramoncín (sí, ese señor tan denostado porque algunas veces es muy "suyo" pero al que hay que reconocer su sitio en la historia de la música rock de barrio y en español).

El disco arranca con un ataque directo a su discográfica en Agradecido por esas cosillas ya mencionadas (y no es el primero que lo hace, recordemos precisamente a Ramoncín y su Rey del pollo frito en el que pone a caer de un guindo a un ejecutivo discográfico). Y la cosa no decae. Le siguen otros chutes de buen rock: Corazones, el éxito Loco por Incordiar, Pan de Higo, Crucifixión, por citar algunas. Y para cerrar la poco más de media hora que dura el disco aparece esa maravilla instrumental que es Buenas Noches. Corto pero intenso.

Es curioso que años más tarde mi sobrina Arancha me sorprendiera diciendo que le gustaba la música de Rosendo, así que no tuve más remedio que regalar este disco a la niña. Y aquí seguimos, Locos por Incordiar.

lunes, 23 de mayo de 2016

Un nuevo blog

Esto de tener un blog de temática relativamente amplia es complicado. Si encima según pasa el tiempo la diversidad de contenidos también crece al final te encuentras con un monstruo de nueve cabezas que puede con uno mismo. Yo siempre he sido una persona muy metódica y por eso creo que esto necesita una reestructuración: Voy a tratar de poner orden a este batiburrillo. A lo largo de los siguientes meses aparecerán y desaparecerán cosas. Y lo mismo todo se queda en el intento pero ya veremos. De primeras aparece un nuevo blog asociado a este que reunirá todos los relatos aparecidos aquí y los nuevos, si los hay. El caso es no estarse quieto.
Un juntaletras en un mundo diferente

domingo, 15 de mayo de 2016

Engelbert Humperdink

No he podido evitarlo. Algo tiene este tío que me llama la atención. Y es que ha caído en mis manos un disco de este cantante de nombre en desuso y apellido de chiste y me he dicho a este señor hay que hacerle una mención: Engelbert Humperdink. Y es curioso que el nombre fuese sugerido por su mánager Gordon Mills, que ya tenía a otro pupilo de corte similar en lo musical bajo sus alas pero con un nombre bastante más sencillo, Tom Jones. Supongo que ese día Mills se sintió inspirado a la hora de rebautizar a Arnold George Dorsey, su verdadero nombre. O quizás no.

El caso es que es lógico que nuestro querido Engel tuviese bastante éxito en su momento. Es admirable la voz de este hombre, su porte, un tío elegante (casi siempre, véase la foto inferior de la derecha), con un toque exótico que nos remite a su lugar de nacimiento, la India y, encima, macizorro. Así que tenía bastante en su mano para conseguir la fama. Y ahí estaba nuestro amigo en la Inglaterra de mediados de los sesenta, aunque ya llevaba tiempo como cantante, tratando de hacerse un hueco en el panorama musical cuando consigue aparecer en 1967 en un programa de televisión interpretando la canción Release Me, y el éxito le explota en la cara llegando a vender un millón de copias, ahí es nada. El tema llegará al número uno de las listas imposibilitando algo que no había pasado hasta entonces desde el lanzamiento de Love Me Do en 1962, primer sencillo de los Beatles, y es que frenó en seco en el Reino Unido el ascenso casi imparable al número uno de otra de las grandes canciones de los Fabfour: Strawberry Fields Forever ¡Y ello tras once números uno consecutivos de los Beatles! Deberíamos decir que hoy en día es difícil que alguien no recuerde el temazo de los de Liverpool pero cuántos se acuerdan de Release me y Engelbert Humperdinck. Ironías del destino. Pese a todo se merece una mención de honor por conseguir semejante hazaña.

Poco después E.H. consiguió algún éxito más como The Last Waltz, A Man Without Love y Les Bicyclettes de Belsize pero en los siguientes años desgraciadamente la cosa fue menguando siendo cada vez más discretos sus logros y no como cabía esperar para sus dotes interpretativas.

Como apuntes anecdóticos en el 2012 se presentó por su país en el festival de Eurovisión aunque no quedó muy bien parado; y en una entrevista de esa época indicó que las enormes patillas qué portaba Elvis a finales de los sesenta y principios de los setenta se las había copiado a él ¡Qué cosas!

Acabo esta entrada con otro de sus éxitos, donde abandona (sin excederse demasiado) la balada romántica que le hizo tan conocido: Another Time Another Place. Y visto el vídeo creo que fue su estilismo lo que hizo que su carrera viniese a menos. Pero qué voz, oiga.

viernes, 1 de abril de 2016

Bruce Springsteen

"He visto el futuro del rock y su nombre es Bruce Springsteen", Jon Landau, 1974.

Así se expresó en su momento el crítico musical y posterior co-productor del Boss. Y desde mi punto de vista no se equivocó. Siempre que hablo de Bruce Springsteen lo hago desde la admiración. Me parece un tipo honesto. Creo que ya lo he dicho en alguna ocasión. Es honesto como persona, como músico, como artista en general. Y lo viene demostrando desde hace más de cuarenta años. Todo esto lo digo porque es fácil terminar por caer en la autocomplacencia, pero él no. Ha cantado a aquello en lo que creía, por lo y los que entendía que había que luchar, llevando al rock esa idea del cantautor folk revolucionario, pero sin olvidar que el rock es también espectáculo.

El primer disco con el que conocí a Bruce Springsteen fue Born in the USA. Sí, no voy a decir que sigo al jefe desde mis inicios musicales, como lo hacía con los Beatles. Sería mentir. Pertenezco a aquella segunda hornada de seguidores springsteenianos que apareció en su relanzamiento de los ochenta. En aquel momento Dancing un the dark, incluida en el disco al que me refiero sonaba bastante. Es verdad que esa es una canción muy interesante pero cuando compré el disco descubrí "otras" canciones que esa que no paraban de radiar.
Musicalmente me enganchó desde el primer momento por ese rock primigenio. Y cuando fui explorando las letras encontré otra perspectiva del Boss. Frente a melodías francamente rockeras se encontraban letras que enganchan con la clase trabajadora americana, la de los sueños rotos, de una juventud parada... Y todo ello en muchos casos era extrapolable a los problemas de cualquier otro país. Es verdad que en la canción que da título al disco habla de esa generación perdida enviada a Vietnam, de la que muchos volvieron en bolsas negras, y los que regresaron con vida fue para encontrarse con el desprecio de los suyos por una guerra que supuestamente no supieron ganar. Y sobre todo, ese mal entendido patrioterismo de Springsteen que pueda creer verse en su portada y que queda completamente alejada de la realidad.
Pero aunque sus letras puedan ser por momentos críticas, tristes incluso, deja entrever un atisbo de esperanza. No en vano este disco supone una apertura a la comercialidad que nunca antes se había permitido Springsteeen. Y más si tenemos en cuenta que su anterior disco, Nebraska, se caracterizó por su sonido austero y letras desoladoras. Pero aquí no. En Born in the USA hay algo distinto, había rock combativo pero meneando las caderas sin pudor. Parece decir: sí, estamos jodidos pero tenemos que hacer por seguir adelante.

Pero hablar de este disco y del Boss sin nombrar a la E Street Band es un pecado, porque también sus componentes son parte del sonido y del éxito de este disco, un importantísimo respaldo del que Springsteen supo sacar todo el partido. Y así tenemos un álbum sin desperdicio: Cover me, Working on the Highway, I'm on Fire, No Surrender (gracias Little Steven por forzar su inclusión), Glory Days, Bobby JeanMy Hometown... vamos, que como decía la niña del anuncio: todo todo todo. Tiempo después descubrí sus directos con Live 75-85 y todo encajó. Y así vi el futuro del rock & roll y tenía un nombre.